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Conservas POP (1960-1975)
El ideal de familia ignoraba la situación real de muchas mujeres de clase
trabajadora que realizaban trabajo remunerado fuera de casa; no repa-
raba en la posición subordinada que ocupaban las esposas en el hogar y
tampoco atendía a la diversidad de hogares existentes, como los forma-
dos por un solo cónyuge, madres o padres con sus hijos/as, los encabe-
zados por mujeres viudas, etc. (Lobera y García, 2014, pág. 215). Según
Carolina Montoro (2007), durante la mayor parte del siglo pasado, tan
solo dos de cada diez tenían un trabajo remunerado fuera del hogar. Sin
embargo, como diversas investigaciones han puesto de manifiesto, la
presencia femenina en el mercado de trabajo ha ido siempre más allá de
lo recogido por los censos y las estadísticas laborales (Sarasúa y Gál-
vez, 2003). Como ocurre con muchos oficios femeninos ligados el mar,
como el marisqueo, que fue una actividad para el autoabastecimiento de
la población. A lo largo de la historia la transmisión del oficio ha pasado
de madres a hijas, generación tras generación. Esta actividad empezó a
tener un carácter comercial a finales de los años cincuenta y principios
de los sesenta, animados por la demanda del marisco de otras zonas
de España. Esta alta demanda trajo otro peligro, la sobreexplotación
de las playas y el recurso. Ante esta amenaza la Administración Central
decidió ordenar un sector que carecía de normas, en el que no se res-
petaban vedas, tallas mínimas, ni horarios y cada cual intentaba extraer
el máximo para su beneficio privado. En la década de los ochenta, podía
haber 30.000 personas dedicadas al marisqueo, casi todas mujeres. El
traspaso de competencias a las comunidades autónomas permitió una
gestión más cercana a los ciudadanos, y en este caso al reconocimiento
de un oficio invisible protagonizado por mujeres que no aparecía en los
censos, una historia similar pasa con las rederas y profesiones auxiliares
del mar protagonizadas por mujeres.
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