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Conservas POP (1960-1975)
En la etapa del desarrollismo la conserva comien-
za a tomar posiciones en torno a una nueva
estrategia para diversificar su producto,
basada hasta entonces en el mono-
cultivo de la sardina y sujeta a sus
ciclos escasez, posibilitado por la
importante revolución del frio in-
dustrial aplicado a la pesca de
altura y a las instalaciones fri-
goríficas en seco, que tendrá
su impacto definitivo en la dé-
cada siguiente. El sector poco
a poco recuperaba el empuje
que había caracterizado al sec-
tor desde los inicios.
En los años sesenta se produce un
tirón en la demanda de las conservas
de marisco impulsadas por la reclamo
de la zona mediterránea. Especies como
el mejillón, el berberecho, longueirón, navajas,
zamburiñas considerados mariscos de pobres y de menor categoría que
la codiciada ostra o la más apreciada almeja. Sin embargo, que no fue-
sen distinguido durante buena parte del siglo XX no quiere decir que no
se aprovechara ese recurso natural en las fábricas de conservas situa-
das a pie de playa. Casi todas las fábricas tenían una sección dedicada
a la preparación del marisco enlatado. El menor reconocimiento como
especie obedecía en primer lugar a que el producto exportable de la in-
dustria conservera desde sus inicios era la sardina y las fábricas seguían
El desarrollismo y la tímida apertura de mercados transformó también a el ritmo de la pesca y sus ciclos contando con los recursos naturales de
la industria conservera. El intervencionismo había abocado a la industria cercanía, entre ellos por supuesto el mejillón, pero la preferencia del
a mantenerse viva a través del reparto de cupos, con escasos estímulos mercado en las primeras décadas del siglo XX era en fresco y las di-
competitivos ni tecnológicos, el nuevo ciclo económico no perdonó a una ficultades para su conservación y exportación en óptimas condiciones
gran cantidad de empresas conserveras que sobrevivían artificialmente mermaba su interés comercial. En 1946 se produce el inicio de la miti-
en base al reparto de cupos y sucumbirán en forma de goteo constante cultura en las costas gallegas a través de las concesiones de las bateas,
hasta la década de los ochenta en un 75% de cuatrocientas fabricas que el boom económico de los 60 estimula la demanda del marisco en
aproximadamente había en Galicia. plazas como Madrid y Cataluña, y las fábricas se adaptan al nuevo
reclamo, también comercialmente en sus catálogos y packaging.
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